lunes, 19 de diciembre de 2011

La maldición de los videojugadores


Me lo vaticinaron las pitonisas hace muchos años. Y, cual joven ingenuo, no hice caso de sus profecías...

Resulta pues, que en estos días, donde se aproxima la anhelada temporada de vacaciones, fui a casa de mi primo a pasar una muy buena tarde de videojuegos en conmemoración de su cumpleaños. Retas de Mario Kart Wii y Mario Kart 7, Star Fox 64 y Star Fox 64 3D, Mario Tennis, Golden Eye Wii, bueno, un excelente catálogo de magníficos juegos con opción multijugador se hizo presente. Me quedé con ganas del Beatles Rock Band, pero bueno, ya no nos dio tiempo de jugarlo todo.

Estando en la reunión, me comían las ganas por descargar en mi 3DS "Xenonia", un juego DSiWare al que le traigo ganas desde hace un muy buen tiempo. Sin embargo, por muchas razones, hasta hoy no he podido descargarlo. Tal y como si tuviera un Pepe Grillo en mi sombrero, alguna reflexión me hizo dudar y finalmente decidí no descargarlo.

Al llegar a casa después de la fiesta, me senté frente a mi pantalla y jugué Samurai Showdown II, ya que lo disfruto muchísimo, y pasé un rato de más espadazos y guerreros rebanados por la mitad. Ya al final, cerré el juego y entré en un errático momento de retrospección y me puse a pensar el motivo por el cual no había descargado "Xenonia".

Hoy en día, cuando es evidente e inminente el cierre de una generación de consolas, y el surgimiento de una nueva, los desarrolladores y publicadores -con toda la experiencia que tienen en cada sistema- lanzan al mercado sus mejores proyectos; los más trabajados, los mejores comprendidos, los más esperados y por supuesto, los que mejor aprovechan el desempeño y rendimiento de cada consola. Así pasa en el cierre del ciclo de vida del Wii.

Al mismo tiempo, tenemos por el otro lado, los atractivos juegos nuevos llenos de creatividad que vienen en las consolas nuevas, en este caso las portátiles, que avanzan rápidamente en el gusto de los consumidores. De modo que, el catálogo de mi lista de deseos es amplísimo, y el catálogo de los juegos que compro también crece con un ritmo medianamente acelerado.


En estos momentos, estoy jugando "Annonymous Notes 1: From the Abyss", un bonito juego descargable (DSiWare) que para los 25 pesos que cuesta en nuestro país, ofrece mucho más de lo que su costo aparentemente refleja. El juego con sus sencillos elementos, tiene ese efecto de atraerte y hacerte jugar por el simple gusto de hacerlo. Sin pensar en gráficas, sin pensar en extensas mecánicas de juego, sin abusivos árboles de magias y habilidades. Sin salirse de lo básico, "From the Abyss" ofrece entretenimiento garantizado sin las complicaciones a las que absurdamente estamos acostumbrados.

Al mismo tiempo, tengo The Legend of Zelda, Skyward Sword a medias. A duras penas he de llevar unas 15 horas de juego. Que prácticamente son nada para la extensión de este título. Y son menos considerando que muchos de mis más cercanos amigos, ya pudieron disfrutar de principio a fin de esta suculenta historia.

Cerrado en su bolsa de celofán, allá en el librero, me espera con la pasciencia de una reliquia escondida que se sabe deseada, The Legend of Zelda: Ocarina of Time 3D. Juego que llegó a mis manos por situaciones azarosas y que sabe que -a su debido tiempo- tendrá el 100% de mi atención.



Aún en la vitrina del escaparate, veo cada día a Mario Kart 7. Adquisición obligada. Juego de la "canasta básica", y que por tal motivo, ya está considerado en mi presupuesto...

Así la lista de los juegos que se aproximan crece, y tenemos ya en el horizonte Kid Icarus: Uprining, Xenoblade Chronicles, Senran Kagura, y más, muchos, muchos más. Más juegos que sin duda exigen toda mi atención, y todo mi tiempo. Fue entonces cuando, aún sentado frente a mi pantalla, estos pensamientos me hicieron volver al pasado y me hicieron recordar aquella maldición gamer... Aquella hechicería a la que todos los videojugadores que afrontamos el paso del tiempo con control en mano nos llega... tarde o temprano.



Cuando uno es niño, tiene todo el tiempo del mundo para jugar, con el fuero de saberse inmune a las preocupaciones mundanas que recorren las calles. Los videojuegos nos alimentan, son alma de nuestros sentimientos, de nuestras pasiones. Sin embargo, no podemos acceder a ellos con la autonomía deseada. No podemos simplemente "darle click" al botón de "comprar/descargar programa"; no podemos ir a la tienda y sacar un fajo de billetes para comprar todo lo que soñamos.

Llega el día en que la vida nos sonríe y con nuestro esfuerzo, obtenemos nuestros primeros pesos, dólares, rublos, bolívares, etc., dignos representantes del sudor de nuestras frentes y del trabajo de nuestras manos. Corremos desenfrenados a las tiendas a comprar eso que nos llena de alegría. Cual orgulloso pirata que busca y encuentra su tesoro, ampliamos nuestra galería de juegos de video, como trofeos ganados en combate... La industria crece y los juegos nos seducen a obtenerlos a cualquier costo. ¡Pura sangre videojugadora! ¡Puro orgullo por el éxito!

Hasta que un día. Silencioso y paciente, te sientas frente a tu pantalla, después de haber jugado Samurai Showdown II, te detienes a pensar en ¿por qué no compré tal o cual juego? Y te das cuenta horrorizado, que ha caído sobre ti la maldición de los videojugadores.

Ahora que tienes los juegos que quieres y los medios para conseguir los juegos que deseas... ya no tienes el tiempo para jugarlos todos...

-Saludos a todos-

1 comentario :

  1. Tienes toda la razón, mi buen amigo Kuvertt, yo ahora que estoy de vacaciones de nuevo tengo tiempo de jugar, pero las compras realizadas me dejaron sin nada de dinero. Ya llegara el dia que este como tú, ya en mi respectivo trabajo.

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